LE PIDO A LA LUNA

Sentada en un banco luchando por recuperar un poco del aire que te llevaste con tu soberbia indiferencia, viéndote descender las escaleras…Viendo como de nuevo te me escapabas de las manos, ¡Es tan absurdo!. Es como si intentara atrapar aire entre mis manos, no pude evitar sentirme ridícula, de hecho aun me siento así.

Pude ver tu sonrisa antes de desaparecer por completo de mi vista…¿Te gusto mi cara de confusión?, ¿Te gusto ver como me quemaba por dentro?. Tu sonrisa desato toda mi frustración, mi rabia, ¡Me estaba volviendo loca!. Me hubiera encantado gritar ahí mismo, gritarte que no te entiendo lo mucho que a veces te odio, no me habría importado quien pudiera oírme, ni que mis gritos se hicieran presos de un enorme eco que los llevara aun más lejos, no me habría importado nada con tal de que tú supieras porque la sangre que corría por mi interior en ese momento no era más que fuego abrasador, con tal de que supieras que todo esto es por tu culpa. En cambio no fui capaz de hacer nada más que colocar mis manos sobre mi rostro y respirar ansiosamente ese aire que tienes la asombrosa capacidad de robarme.

Y cuando volví a alzar la cabeza todo a mí alrededor estaba igual, pero con esa enorme sensación de vacío  y con ese doloroso toque de amargo que me dejaste…

Estaba sola en un enorme lugar, en un enorme lugar rodeado de vacío y eco donde lo único que podía oír eran los terribles pensamientos llenos de frustración y una terrible pizca de dolor que resonaban en mi cabeza y que poco a poco fueron apagando todo esa rabia que corría por mí, a base de agua salada.